A R T I S T S T A T E M E N T
Ever since I can remember, something has been crystal clear to me: life has given me the incredible gift of being physically, mentally and, above all, emotionally hyperactive.
This gift, together with feelings of melancholy, tragedy, happiness and love, have been, and are and will always be the spark and the impetus that trigger my creativity and fuel my imagination, so I can create a new universe in every work of art.
T H E C R E A T I O N O F M Y A R T
Adolescence, that time of life that is supposedly lenient and carefree, was a devastating time for me because of my father’s schizophrenia and my mother’s emotional suffering. It was then that I developed deep within my soul, the will and the instinct to survive, darkened as they were by less then noble feelings, nonetheless I felt they were a symphony of brilliant colors, of tenuous figures, of sad faces that were the protagonists of fanciful stories.
That intricate feeling is the jumping board into my art, a range of universal experiences that I transform into dreams, and with those dreams I create a magical relationship with the materials that I use: sand, multicolored powders, wood, paste, pigments, acrylic paint, oil paint, resins and fiberglass. After I conceive of the piece, I plan it and then I start to create, and after that, spontaneity takes the reigns to shape what is inexplicable, a great passion that is harmoniously free that I honor in every piece, be it in a portrait, in sacred or abstract art or in a sculpture that stands 13 meters tall.
I breathe art
I feel art
I live art
And I die for and in art
D E C L A R A C I Ó N D E L A R T I S T A
Desde que tengo uso de razón, algo me ha quedado muy claro: la vida me hizo un maravilloso obsequio, la hiperactividad, tanto física, mental y sobre todo emocional.
Este regalo, junto con los sentimientos de melancolía, tragedia, felicidad y amor, ha sido, es y será siempre la chispa y el ímpetu que dispara mi creatividad y alimenta mi imaginación, para poder crear un nuevo universo en cada obra de arte
E L Í M P E T U P A R A C R E A R M I S O B R A S
La adolescencia, esa etapa supuestamente despreocupada y permisiva, fue trágicamente devastada por la esquizofrenia de mi padre y el calvario emocional de mi madre. Fue durante ese entonces que en mi alma se desarrollaron instintos de supervivencia, sombreadas por sentimientos obscuros, que no obstante yo los sentía como una sinfonía de colores brillantes, de figuras apaciguadas, de caritas tristes protagonizando historias quiméricas.
Ese sentir es el punto de partida en mis obras, una gama de experiencias universales que convierto en sueños, y con ellos voy creando una relación mágica con los materiales que uso en el momento: arenas, polvos de colores, madera, pasta, pigmentos, pintura acrílica, pintura de aceite, resinas y fibra de vidrio. Siento, planeo y luego llega el momento de crear y a partir de ahí la espontaneidad toma las riendas para darle forma a lo inexplicable, una gran pasión armónicamente libre que honro en cada trabajo, ya sea en un retrato, una obra religiosa, abstracta o en una escultura de 13 metros.
Respiro el arte
Siento el arte
Vivo el arte
Y muero por y en el arte.